Una quilmeña cruza el Río de la Plata

El sábado 20 de enero de 1924 el Club Náutico de Quilmes se vistió de fiesta. Con la presencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, dr. José Luis Cantilo, el club le entregó una medalla de oro a Lilian Gemma Harrison, hija de Quilmes, que un mes antes había sido la primera persona en cruzar a nado el Río de la Plata. A 100 años de esa verdadera hazaña, la recordamos con una nota que publicara la revista “Siete Días” en diciembre de 1973.

El CRUCE DEL RIO DE LA PLATA
A las 14.56 del jueves 20 de diciembre de 1923 el aviso Nº 5 de la Armada Argentina y dos botes con diez marineros de la fragata Sarmiento estaban listos para zarpar hacia Colonia, Uruguay, con Lilian Harrison, sus asesores, autoridades de la Federación Argentina de natación y numerosos cronistas. Luego de soltar amarras en el puerto de Buenos Aires, la nave fondeó al anochecer a una milla de Colonia, requisito obligatorio por ser buque de guerra. La delegación desembarcó en el puerto uruguayo y el director del raid, Luis Garramendy decidió que, a causa del mal estado del tiempo, la prueba se iniciara en las primeras horas del viernes.
El clima que se vivió esa noche, víspera del acontecimiento, fue de pleno optimismo. Lilian Harrison comió frugalmente y antes de retirarse a dormir, cerca de las 22, comentó: “Si no consigo unir las márgenes uruguaya y argentina, lograré por lo menos superar mi propio record mundial de permanencia. Los cuidados de mi médico, el doctor Grasso, y mi entrenador, Weber, me han permitido llegar a un estado de entrenamiento que me facilitará cualquier esfuerzo”.
A las 6 de la mañana del viernes, la nadadora sólo desayunó una taza de té y, con sus compañeros, marchó rumbo al muelle esperando poder dar comienzo al intento. Muchos curiosos se acercaron al embarcadero mientras la nadadora era solícitamente untada con lanolina para resguardar su piel de los efectos del agua. En esos momentos, el cónsul argentino en el Uruguay se acercó a ella para presentarle sus saludos y desearle buena suerte. A las 9, las pulsaciones de Lilian eran de 76 por minuto, acostada, y 80 de pie. Estaba a punto de lanzarse al agua.
El tiempo continuaba amenazador pero, 28 minutos después, Garramendy dio la orden de partir. La nadadora se arrojó al río luego de escuchar un agudo silbato que hizo sonar su entrenador con el fin de sincronizar los relojes. Los curiosos que presenciaron la partida alentaban con vivas a Lilian que ya daba las primeras brazadas en el agua. Con impecable estilo pecho avanzaba a razón de 25 brazadas por minuto. En ese primer tramo la acompañaban los nadadores uruguayos Caracciolo y Graneri quienes, durante tres horas, lucharon desesperadamente junto a Lilian para impedir que la corriente contraria los llevase nuevamente hacia la costa uruguaya.
Tomaron hacia el Sur, o sea por la misma ruta que antes habían utilizado en otros intentos frustrados Vito Dumas y Luis Garramendy. Ya internada en el río, bogaron junto a ella los nadadores argentinos Tiraboschi y Wernich. Pasó el farallón rumbo a La Plata a un ritmo de brazadas que se aproximaba a las 27 por minuto. El ánimo de Lilian era óptimo: llegó a festejar con sonoras carcajadas las bromas que le hacía Tiraboschi. A las 13.30 tomó su primer alimento: jugo de naranjas. Tres horas más tarde consumió un terrón de azúcar. A las 17 bebió un café y con fuertes brazadas entró en el canal Sur.
Durante la noche, el silencio apenas fue interrumpido por los gritos de los marineros del aviso. Un cielo claro y con luna obvió una falencia de organización que pudo anular el intento. Nadie había previsto llevar reflectores. A las 22, con ritmo sostenido, pasó cerca de la boya demarcatoria del canal de Martín García y una hora después la boya 37 quedaba atrás. Sólo restaban 18 kilómetros hasta las cercanías de Punta Lara. La sirena del trasatlántico Cap Polonio saludó a la nadadora que una hora más tarde se cruzó con el Vapor de la Carrera, en viaje hacia Montevideo. Con una formidable entereza, Lilian superó la depresión que suele invadir a los nadadores durante la noche.
Desde la una de la mañana hasta las 4 del 22, nadó sola. Media hora después, desde el aviso ya se percibía la costa argentina. La noticia le fue inmediatamente comunicada. Tras el anuncio, cubrió dos kilómetros más y preguntó si la costa estaba distante. En ese caso abandonaría pues estaba extenuada. Le informaron que apenas restaban cinco kilómetros y decidió proseguir. Tiraboschi volvió al agua a fin de acompañarla en los últimos tramos y evitarle los riesgos de cualquier desfallecimiento. Lilian, haciendo gala de un vigor a toda prueba, continuó avanzando. Imprevistamente, sus pies tocaron tierra. Titubeó un instante, luego comenzó a caminar. Había llegado a la costa argentina. Eran casi las 9.48 cuando pisó Punta Colorada, en el trayecto entre Quilmes y Berazategui.
Mientras el aviso de la Armada hacía sonar su sirena y era aclamada por la tripulación, la joven Lilian, rodeada por Tiraboschi, Garramendy y Maciel, caminaba por la playa con movimientos ágiles y decididos. El manto de agua de 42 kilómetros había quedado atrás. Después volvió al barco y el puerto de Buenos Aires la recibió como una triunfadora. Esa misma tarde el presidente de la República, Marcelo Torcuato de Alvear la recibía para ofrecerle sus congratulaciones.

Fuente: sitio web “Mágicas Ruinas”

Tapa de “El Gráfico” destacando la hazaña de Lilian Harrison, 29 de diciembre de 1923
Doble página central de “El Gráfico” con varias fotografías del cruce del Río de la Plata
El dr. Fernando Pozzo lee su discurso en el club Náutico de Quilmes, en la ceremonia de entrega de la medalla de oro a Lilian Harrison (revista “El Gráfico”)