Fernando Pozzo, fundador de la Junta

El 12 de julio de 1940, bajo la intendencia del Dr. Fernando Pozzo y por su impulso e interés, se dictó el decreto que creó a nuestra institución, que este año cumple 82 años de trabajo en la investigación, preservación y difusión de la historia local. Como homenaje, vaya esta reproducción del artículo “Dr. Fernando Pozzo y la historia en Quilmes”, de nuestro asesor emérito (y factotum de la reorganización que la Junta tuvo en 2016), el Prof. Chalo Agnelli. El mismo puede encontrarse, con fotografías y referencias, en su blog “El Quilmero”, el cual recomendamos vivamente a todos los interesados en la historia de nuestro distrito.

DR. FERNANDO POZZO Y LA HISTORIA DE QUILMES

Conocer la vida y la obra de quilmeños y quilmeros que dejaron huella honda en nuestro partido permite recuperar algunos los valores perdidos y amansar los nuevos. Poco se recuerda a esas mujeres y a esos hombres, sus personalidades y obras, pero todo lo que dejaron y pertenece a nuestro acervo los recupera.

Fernando Isidoro Pozzo fue hombre de la cultura y de la salud que desde la función pública alcanzó logros de los que aún hoy gozamos los quilmeños. Nació en Paraná, Entre Ríos, el 2 de enero de 1887. Era el mayor de los cinco hijos de Juan Pozzo, porteño, descendiente de genoveses y Dominga Baluguera Quintana, nacida en Paraná, cuyos antepasados llegaron con Garay. Su niñez y adolescencia transcurrió en la casa paterna de Santa Fe, donde cursó sus estudios primarios y secundarios hasta completar el bachillerato en el Colegio de los Jesuitas. Se trasladó a Buenos Aires en 1904, para estudiar medicina y se instaló en la casa de su primo hermano el escritor Manuel Gálvez Baluguera, con quien compartió aquella bohemia que el novelista refleja en su novela “El mal metafísico“, que resintió sus estudios hasta que la radicación de su familia en Buenos Aires determinó que se reencauzara en sus objetivos y logró graduarse en la especialidad de pediatría a los 26 años, en diciembre de 1913; elige la especialidad pediatría. Comienza trabajando en el hospital Rawson. Pocos meses después se traslada al pueblo quilmeño de Bernal y pone un consultorio en una casona de la calle Lavalle N° 520, entre 25 de Mayo y Avellaneda.

JEFE DE SALA DE PRIMEROS AUXILIOS

Fernando se radicó en Bernal con su hermano Juan Domingo, atraído por otros familiares que habían llegado antes como María Josefa Pozzo de Vezzulla y el Dr. Gaspar Sanguinetti, el primer médico de Bernal, casado con Asunción Pozzo, ambas hermanas de Fernando y Juan Domingo.
Ante la cantidad de industrias que se estaban radicando en Bernal y el consecuente aumento de la población, se requería en las inmediaciones un servicio sanitario que asistiera los accidentes y problemas de salud de carácter urgente. Con este fin propició la creación de una sala de primeros auxilios,  el 12 de marzo de 1914, un grupo de vecinos de ese pueblo constituye la “Sociedad de Bomberos Voluntarios y Sala de Primeros Auxilios”, integrando la Comisión Provisoria los señores Manuel Badaracco, Mariano Pastor, Enrique Olivero, Santiago Vezzulla, Santiago Ferro, Manuel Dubois, Marcos Antonieto, Luis Ferrari, Horacio Cange, Víctor Vacccaro, Antonio Brisheto, Pedro Gambetta y Juan Rodríguez Varela; por unanimidad nombran Jefe de Sala de Primeros Auxilios al recientemente graduado Dr. Fernando Pozzo. La sede de la Sociedad estaba ubicada en la calle 9 de Julio y Chacabuco.

El Dr. Pozzo intercedió ante el DrAbel Ayerza (1861-1918), para que done tres vacas lecheras destinadas al Dispensario de Lactantes. El Dr. Ayerza, prestigioso facultativo, había sido su profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, en la cátedra de Clínica Médica.

CELIA RODRIGUEZ

El 12 de noviembre de 1917, contrae matrimonio con Celia Rodríguez Compmartin,  una mujer de extraordinaria cultura, escritora, traductora de inglés, bisnieta del brigadier Martín Rodríguez, nacida en la Capital Federal el 29 de setiembre de 1891. Celia también tenía lazos añejos con la localidad y lo acompañará fielmente en la imperecedera gesta hudsoniana. El matrimonio se trasladó a Quilmes en marzo de 1922, primero a una propiedad en Alsina y Alvear, frente a lo que luego sería la Cultural Británica y luego a un chalet que mandaron construir en Garibaldi y Pringles.

EN EL HOSPITAL DE QUILMES

El prestigio profesional del Dr. Pozzo lo llevó al cargo de subdirector del Hospital de Quilmes. Varias asociaciones fabriles, sociales y gremiales contaron con su asistencia médica.

Su vocación por la literatura, especialmente la anglosajona, y su conocimiento del idioma inglés (además hablaba y escribía en italiano y francés) se amalgamaron con el gusto por la historia de Quilmes y del viejo Pago de la Magdalena. Afición adquirida por su amistad con el Dr. Craviotto y el trato con familias de hondo arraigo en el partido, de espíritu gregario e instinto de pertenencia.

Por este camino llegó a la vida y a la obra de escritor Guillermo Enrique Hudson y con el apoyo de su esposa comenzó a traducir en 1928, “Allá lejos y hace tiempo”, la autobiografía y los recuerdos del escritor, durante su infancia en “Los veinticinco ombúes” (hoy Parque Ecológico Cultural y Museo Histórico Provincial “Guillermo Enrique Hudson”, reserva ecológica de 54 hs.) la chacra de los padres de Hudson en el actual Florencio Varela, hasta 1891, partido de Quilmes. Aunque algunos puristas consideran que sus traducciones no fueron del todo precisas, en Gran Bretaña está considerado como el difusor por excelencia de la obra de Hudson, junto con Violeta Shinya, sobrina nieta del escritor (Borges decía de Hudson, en sus afinadas ironías, que en sus escritos tenía un inglés “muy chascomusero”) 

LOS VEINTICINCO OMBÚES

En 1929, con el Dr. Craviotto había emprendido una investigación para hallar la casa donde vivió Hudson en Florencio Varela. Recorrió a caballo esos campos hasta encontrar “Los veinticinco ombúes” que Hudson describe en su libro  “Allá lejos y hace tiempo” (1918). El periplo tuvo el éxito esperado y hoy la provincia y la municipalidad de Florencio Varela cuentan en su patrimonio cultural con el Museo Histórico Provincial Guillermo Enrique Hudson. 
Este suceso histórico para las letras y la tradición de esta región ‘gransurbonaerense’ lo expuso Pozzo en “Cómo encontré los 25 ombúes”, nota publicada en el diario La Nación del 26 de diciembre de 1934.

Cuenta la escritora y periodista Ana María de Mena, autora del libro “Don Gregorio”, la siguiente anécdota para este blog: 

“Cuando Pozzo inició la búsqueda del ranchito natal de Hudson, le pidió a Don Alfonso Ayerza – quien entonces vivía en la estancia “Las Hormigas” de Plátanos – que le diera una mano. Probablemente le haya solicitado caballos, ya que la búsqueda se hizo atravesando campos. Don Alfonso y un hermano suyo fueron los introductores de la raza árabe en la Argentina y quienes primero inscribieron animales de ese pedigree en el Stud Book Argentino. Seguramente tenían los mejores caballos de la zona.

El caso fue que por ser peoncito en “Las Hormigas”, cuando contaba con dieciseis o diecisiete años, Gregorio Serventi acompañó a Pozzo en esa búsqueda, supongo que como baqueano, ya que conocía los campos de Ayerza que en algún sector pudieron ser lindantes con la propiedad de los Davidson a la altura del arroyo Conchitas (habría que investigar esto con los planos y cartografía de aquella época).

Cuando entrevisté a Serventi para la biografía que edité con el título “Don Gregorio”, él me contó – creo que sin tener cabal dimensión de la significación histórica que tiene para los hudsonianos – que había un intruso viviendo en el ranchito. También recordaba especialmente la alegría de Pozzo y sus acompañantes cuando hallaron la vieja construcción donde nació el escritor.

Le cupo también a Serventi, ser el custodio de una porción del techo original del ranchito, cuando lo rescató con César Bustillo -nieto de Ayerza- del fuego que unos obreros hacían para un asado. Los entretuvieron y cuando se dio la ocasión cargaron el maderamen al vehículo de Bustillo y lo llevaron a su atelier de Plátanos que hoy es museo. Cuando Bustillo falleció, Serventi custodió toda su vida ese taller. Una conversación casual hizo que la Comisión Amigos del Museo que entonces presidía Violeta Shinya se enterara que esa pieza de la construcción original de la casa natal de Hudson estaba en Plátanos. Organizaron entonces un acto y -luego de las gestiones del caso- Don Gregorio entregó a la Comisión la porción de techo que hoy se exhibe en el Museo Hudson. En “Don Gregorio” hay una foto publicada de esa circunstancia.”

En 1930, se crea con su actuación la Asociación Amigos de Hudson de Buenos Aires. La estación del ferrocarril Roca, que originalmente fue la parada “Huergo”, luego “El Palo” y más tarde se llamó “Conchitas”, tomó el nombre Guillermo Enrique Hudson, el 7 de Noviembre de ese mismo año, por iniciativa de una comisión especialmente formada con ese fin, que lideraba el Dr. Pozzo.

En 1935, se solicitó a la Municipalidad de Quilmes apoyo para concretar el libro como un homenaje del pueblo de Quilmes a este escritor angloquilmeño. El Concejo Deliberante y el intendente Pedro P. Oliveri oficializaron la solicitud con la adquisición de los derechos de traducción de la obra.

Escribió en las páginas liminares de la edición del 18 de octubre de 1938, de editorial Peuser: “Cuando decidí traducir FAR AWAY AND LONG AGO, resolví hacerlo de modo que la versión castellana conservara la mayor fidelidad, dándole todo el carácter argentino que Hudson le quiso imprimir, ya que, aunque lo escribió en inglés, estoy seguro que lo pensó en nuestro idioma”.

El prólogo fue realizado por un especial amigo de Hudson el aventurero inglés Roberto B. Cunninghame Graham que tanta pasión supo tener por la cultura y la tradición argentina y sobre todo por el gaucho y el caballo. En esas páginas agradece a quienes lo ayudaron y aconsejaron en distintas especialidades: Edwin French, Jorge Casares, [5] Eric Paterson, Heriberto Jordan, Adolfo Vásquez Gomes,  Justo P. Sáenz (h) y por supuesto su esposa Celia Rodríguez Compmartin.

A esta primera traducción siguieron: “Una cierva en el parque de Richmond”; “Niño perdido” y muchos cuentos cortos de Hudson. En la segunda edición de 1942 escribe: “Hudson ha vuelto con el centenario de su nacimiento a ser argentino y curiosamente al recobrarlo se siente en nuestro país una gran simpatía por ese hombre que no fue un propulsor ni un hacendado, ni un político, que no mejoró los ganados ni cultivó las tierras, sino todo lo contrario; es decir, que fue un desocupado, cantor de la Soledad de la Pampa, del gaucho, del ganado bravío, de los pájaros del Plata, de la sencilla y a veces trágica vida campesina, de todo lo que parece más rústico y más salvaje, haciéndonos sentir emociones de un mundo desaparecido.” 

BODAS DE PLATA

En 1939, celebró sus bodas de plata profesionales en el pueblo que adoptó como suyo, con el respeto y el cariño de todos sus contemporáneos, sobre todo de aquellos niños que atendió a lo largo de esos 25 años. Tuvieron Celia y Fernando una quinta, en la que aún era localidad quilmeña de Ranelagh (hasta 1960), que bautizaron “La Trapalanda”, como el pueblo perdido, el paraíso mítico de Hudson donde iban a pastar los caballos y a trinar las aves después de muertos. Allí habían hecho levantar una pequeña casa réplica de la que existió en “Los veinticinco ombúes”, donde nació el primer escritor y naturista quilmeño. Hicieron traer de la “estanzuela varelense” el retoño de un ombú que creció jocundo en la propiedad y aún persiste y con él el retoño del pino de San Lorenzo. Allí transcurrió sus últimos años Celia.

COMISIONADO EN QUILMES

En 1940, la intervención federal en la provincia de Buenos Aires, a cargo del Dr. Octavio Amadeo, durante la presidencia del Dr. Ortiz, conociendo la figuración nacional e internacional alcanzada por el rescata de la obra de Guillermo Enrique Hudson, pero sobre todo por simpatía y la sana influencia que Pozzo tenía en todos los estratos de la población, lo designó comisionado municipal de Quilmes, cargo que ocupó desde el 15 de mayo de 1940, hasta el 15 de abril de 1941.

En este breve período, fue notable la cantidad y la calidad de su administración, sobre todo en el área de la educación y la cultura, que concretó con el apoyo total de pueblo que conocía su trayectoria humanista y rodeándose de lo mejor de la intelectualidad local.
Promovió la Junta de Estudios Históricos de Quilmes, que se fundó el 12 de julio de 1940, por decreto Nº 1670; poco después, el 14 de agosto de 1940, por decreto Nº 1685, formó la Comisión pro Monumento al Gral. José de San Martín, el que hoy se levanta en la plaza principal de Quilmes. En el acto de colocación de la piedra fundamental de dicho Monumento realizado el 8 de diciembre de 1940, a las 17 hs. en la plaza, que aún se llamaba Carlos Pellegini, como Comisionado Municipal, Pozzo, después de las palabras del presidente de la comisión Pro Monumento don Héctor Ithuralde, recibió la piedra pronunciando un discurso en el que expresó entre otros conceptos referentes:

“… la función pública no es prebenda, sino un honor que la colectividad confiere al ciudadano que la ejerce, quien debe responder no sólo con sus aptitudes de capacidad, inteligencia y carácter, sino también, y por sobre todas ellas, con dignidad.” (DIARIO “EL SOL”, 10/12/1940)

Pozzo y su esposa Celia tuvieron, además, el honor de apadrinar con el interventor de la provincia y la Sra. María del Pilar Guido de Castellanos, nieta del Gral. Guido Spano, la ceremonia de colocación de la piedra basal del polémico monumento que realizaría el escultor Antonio Sassone, el único en su tipo en el mundo, costeado íntegramente por el pueblo de Quilmes. 
Promovió  establecer una Comisión Municipal de Cultura, que se oficializó durante la intendencia del Dr. Manuel J. Cruz, el 7 de julio de 1942 por la ordenanza Nº 1333; a través de la Junta incentivó la creación del Museo “Quilmes de antaño”, hoy, “Histórico Regional Almirante Guillermo Brown” que primero se instaló en lo que fuera la escuela San Luis Gonzaga del Prof. Doroteo Yoldi en Alem entre Alvear y Mitre, hasta 1946, luego se trasladó a la calle Brown 470 hasta 1952 y finalmente a su local actual en Bernal. Provisto de un patrimonio histórico aportado generosamente por las antiguas familias del partido de Quilmes.

Cuenta el Dr. Eusebi en su investigación sobre la Aviación en Quilmes que: “en octubre de 1940, el Centro de Aviación Civil incorpora 40 pilotos reservistas clase 1920, becados por el Gobierno de la Nación, para seguir cursos de aviadores en nuestra ciudad. En noviembre del mismo año se constituye el ‘Círculo de protectores de la juventud aviadora quilmeña’ a invitación de la Brigada Quilmes del Club de Planeadores Albatros, se designa una comisión provisoria y se  constituye una comisión local,  presidida por el Dr. Pozzo…”

También en 1940, Pozzo con su esposa y un grupo de intelectuales formado por Ian Drysdale, César Bustillo (hijo del arquitecto Alejandro Bustillo), el Dr. José A. Craviotto, Jorge Casares y César Barrera Nicholson, gestionan la donación del solar que prevalecía de la vieja estancia los Hudson. De donde provenían las aves embalsamadas por el autor de aquellas páginas memorables, que Mary Helen Hudson, su hermana menor, había conservado.

Nueve años después, en 1949, el vizconde de Davidson dona a la provincia de Buenos Aires aproximadamente 4 hectáreas de “el solar”; con destino a la creación del Museo y Parque Evocativo. La donación es aceptada por Decreto Nª 3061. En 1957, siete años después de la muerte de Fernando Pozzo, la provincia de Buenos Aires crea el Museo y Parque Evocativo “Guillermo Enrique Hudson” por Decreto Nº 7641 con dependencia de la Dirección de Museos, Reservas e Investigaciones Culturales.

En su “Antología de Guillermo Enrique Hudson; precedida de estudios críticos sobre su vida y su obra” (1941)muestra el Dr. Pozzo la hondura que alcanzó en el conocimiento literario, geográfico, científico y sociológico de este ornitólogo (como gustan titularlo en primacía en Inglaterra) y escritor universal que fue el vecino Hudson.

Con la colaboración de Eduardo González Lanuza tradujo “El gorrión en Londres”, que Hudson publicó en 1883. Colaboró con numerosos trabajos en periódicos y revistas sobre Hudson, sobre el amigo de este, el aristócrata inglés, Cunninghame Graham, un apasionado del suelo argentino y su gente, y sobre los hermanos Guillermo y John Parish Robertson.

Entre las obras del Dr. Fernando Pozzo se destacan: “Semblanza de Hudson”, el prólogo para “Páginas escogidas”; “Cunninghame Graham en los veinticinco ombúes”, en diario La Nación, (marzo 15 de 1936); “Un Quijote escocés, Don Roberto Cunninghame Graham”, La Nación (setiembre 22 de 1935), etc.

El 22 de diciembre de 1944 fundó y presidió en Quilmes el Instituto Argentino de Cultura Británica y la Asociación Amigos de Hudson de Buenos Aires, acompañado, entre otros, por el Prof. Luis Ricagno, los doctores A. Iacobucci, José Eduardo López y Oscar Echelini, y los señores  J. Frazer, E. Mongiardini, Eduardo Colombo, D. Malfatto, J. Brown, E. Millington Drake y la Sra. de Cowes.

En 1945, por decreto Nº 3445, integró como presidente la Comisión Municipal de Cultura, que él había creado durante su administración al frente del municipio. Lo acompañaron como vice, el Dr. Alberto Iacobucci; secretario, el Prof. Armando Bucich; tesorero, Gustavo F. Rennes y vocales: María Josefa Lombán de Casado, Santiago Celsi, el Dr. José U. Orengo, Víctor Roverano y el Ing. Antonio Mandelli.

El Dr. Fernando Pozzo murió en el pueblo que llegó a ser su lugar en el mundo, el 25 de febrero de 1950, a los 63 años.

Celia Rodríguez permaneció en la localidad que tanto amaba, que tanto le había dado en la persona de su esposo. Murió el 25 de setiembre de 1962. Durante 45 años sus casas en Bernal, en Quilmes y en su quinta “Trapalanda” de Ranelagh, fueron prestigiosos reductos culturales. Numerosas figuras quilmeñas, como el Dr. José A. Craviotto, Adela García Salaberry, Raquel Adler, el Dr. Pennington, César Barrera Nicholson, Aimé F. Tschiffely, Luis E. Otamendi, Manuel Ales, el Prof. Guido Girotto, Oscar Echelini, Juan Manuel Cotta, Felipe Jorge Firpo y porteños como González Lanuza, Martínez Estrada, Violeta Shinya, Jorge L. Borges, las visitaban.

Prof. Chalo Agnelli